jueves, 28 de febrero de 2019

La dificultad de los apóstoles

28-febrero

Conquistada la muerte, ahora Jesús tiene que conquistar la incredulidad de sus allegados.

Lucas 24:36-49
36  Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
37  Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu.
38  Y El les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón?
39  Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
40  Y cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies.
41  Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y que estaban asombrados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
42  Entonces ellos le presentaron parte de un pescado asado.
43  Y El lo tomó y comió delante de ellos.
44  Y les dijo: Esto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
45  Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras,
46  y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día;
47  y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
48  Vosotros sois testigos de estas cosas.
49  Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto.

Juan 20:19-23
19  Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
20  Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor.
21  Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.
22  Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
23  A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.


Pienso que la entrada triunfal en un sentido no ayudó. Ese largo viaje desde Galilea a Jerusalén, pasando por Perea donde Jesús ya tiene un equipo de 70 evangelistas y luego la llegada a Jericó donde se suma a la campaña uno de los hombres más ricos de la ciudad, ha inducido a algunos a pensar que Jesús ha conseguido suficiente apoyo para estar en condiciones de tomar el poder. El Reino de Dios se va a instaurar de un momento a otro (Lucas 19:11). Todo va viento en popa. El rey entra en Jerusalén por la puerta grande cumpliendo las profecías. Si no cambian de paradigma, serán un impedimento en vez de colaborar con la misión de Jesús. Claro, que Jesús puede tomar el poder cuando quiere. Pero él resistió esa tentación en el principio. 

 Tal vez los discípulos más allegados sufren una desventaja. Desde el comienzo, desde escuchar con tanto entusiasmo el mensaje de Juan Bautista, se han ilusionado con la imagen del reino de David restaurado por el Hijo de David. 

 Lo mismo que tenían que haber hecho caso a los avisos de Jesús de que iba a morir, también podían meditar en las palabras del Bautista, He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. El cordero siempre ha sido animal de sacrificio. 

 Llega Jesús después de muerto, y se espantan (Lucas 24:37) pensando que es un fantasma (igual que cuando vino caminando por el agua. 

Jesús intentará con mucha paciencia vencer nuestras dudas también. Imagina la prueba de la comida para que vean que no se trata de un fantasma. Luego les abrió la mente. A nosotros también nos tiene que abrir la mente para que veamos que "No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu" (Zacarías 4:6). Nuestra falta de poder se soluciona con el poder de la resurrección. El mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros (Romanos 8:11). 

Y precisamente es un poder para compartir el Evangelio (Lucas 24:47-49).

No hay comentarios:

Publicar un comentario