LECTURA CRONOLÓGICA 37 DE LOS EVANGELIOS
Jesús y sus discípulos cruzan el mar - Mateo 8:18, 23-27; Mar 4:35-41; Lucas 8:22-25
El largo día va finalizando pero las multitudes siguen apretando. Me imagino a Jesús físicamente exhausto. Recordemos que su familia intentó llevárselo porque no tenía tiempo ni para comer (Marcos 3:20-21). Si vuelve a casa ahora, probablemente la gente le seguirán. ¿Dónde conseguir un lugar tranquilo para recuperar fuerzas? ¡Los discípulos! Son pescadores. La barca que servía de púlpito ahora será también su cama.
Hasta tal punto Jesús necesita dormir, que ni la tempestad, que está llenando la barca de agua, le despierta. Son sus compañeros, alarmados, que le sacan del reposo. Pescadores experimentados que conocen estas aguas, saben que sin intervención la barca se va a hundir.
Hubo una barca que sí se hundió allí por ese tiempo. Fue descubierta en 1986 por Moshe y Yuval, 2 hermanos pescadores, en un tiempo de sequía cuando el agua estaba muy baja. Dijeron que en el momento de hacer el descubrimiento apareció un doble arco iris. Se sabe el tiempo de su construcción por el estilo de clavos y trozos de cacharros que llevaba. Mide 8,2m de largo y 2,3m de ancho. Podía llevar hasta 20 personas incluyendo una tripulación de 5. Se entiende que fue hundida cuando ya no servía y después de desguazar.
Jesús ya no duerme. No hay que despertarle. Vive perpetuamente para interceder (Hebreos 7:25). Hay tempestades que amenazan con hundirnos, situaciones inesperadas que son más fuertes que nosotros. Lo bueno de esa experiencia era que los discípulos reconocían el peligro y sabían a quién acudir. Lo peor sería tener un falso sentido de seguridad y no darnos cuenta que estamos rodeados de la tempestad del materialismo, de valores vacíos. ¡Cuántas personas han sido hundidas por estas aguas sin darse cuenta y sin acudir a Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario