Texto de la semana – Romanos 11:30-36
Menú completo Romanos 9
Cuando nuestras hijas eran pequeñas, estábamos aprendiendo todavía el español. Cuando ellas no le hacían caso a su madre, ella llegó a la conclusión de que les tenía que hablar en inglés para que la tomaran en serio. Nuestras palabras pueden tener más o menos autoridad, pero las palabras de Dios funcionan de otra manera. Todo se cumple, queramos o no. Israel es el pueblo de las promesas (Romanos 9:4). En estos capítulos Pablo nos explica cómo lo que Dios ha dicho sobre su pueblo tiene su total cumplimiento.
En el c 4 hemos visto cómo Dios eligió a un hombre, Abraham, y le dio una promesa, de que sería de bendición para todas las naciones. Esa promesa de Dios no era para ganar votos ni para quedar bien. Era la declaración de lo que Dios iba a hacer en la historia. Son palabras que no se oxidan con el paso de los siglos. Se cumplen.
La lucha y el sufrimiento que experimenta Pablo (9:1-3) parten del abismo que él ve entre las promesas de Dios y el estado actual de Israel. Son y siempre han sido un pueblo rebelde (10:21). Verás en tu lectura de Romanos 9-11, dos formas en que las palabras de Dios al final se cumplen. Por una parte, Israel somos todos los que hemos puesto a Cristo como Rey (9:25). En segundo lugar, Dios sigue trabajando con el pueblo de Israel, preparando un remanente (9:27 y 10:5). En un momento determinado de la historia todo Israel será salvo (11:36). Esto no es in invento de Pablo, sino que los antiguos profetas lo anunciaron. Pero mientras tanto las personas que se preocupan por la causa de Dios sufren.
Hay otra promesa, Habrá un rebaño y un pastor (Juan 10:16). Me parece que gran parte de esto queda por cumplir. Desde el punto de vista global somos un rebaño fraccionado. Intenta imaginarte una Iglesia donde todos siguen de verdad a Cristo.
¿Soy capaz de sentir el dolor del corazón de Dios por lo que queda por cumplir de sus promesas?
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